Fotoreportaje sobre Irlanda. Parte I: Lubitel 166+ Lomography
¿Qué tal es Irlanda? me preguntó un amigo mío. No lo sé, ya te diré cuando la lluvia pare y me deje ver más allá de dos metros. En Irlanda, un tío del norte, como yo, acostumbrado a la lluvia de Bilbao, puede llegar a desesperarse, sobre todo, porque es difícil hacer una de las cosas que más me gustan hacer cuando viajo: fotografiar.
Cuando hice esta foto con mi Lubitel 166+, lo tuve muy claro: me dije “cuando escriba sobre Irlanda ésta abrirá el post”. Así es Irlanda: triste, melancólica y romántica.
La saqué poco antes de llegar a Kinsale (un pueblo muy colorido del que hablaré en la Parte II). Paré el coche junto al río Bandon, me preparé, bajé la ventanilla, disparé y subí la ventanilla tan rápido como pude. A pesar de la lluvia y del asfalto irregular, las curvas, de hacerlo desde el otro lado del camino… a pesar de todo, conducir por la ribera del Bandon es un placer.
Tal vez porque llueve cada día, los ratos de sol son sencillamente maravillosos. La gente se queda quieta y gira la cabeza hacia el astro rey para calentarse como si fueran lagartijas. Sin embargo, yo corro de un lado a otro buscando el mejor encuadre. Pasé por el puente de Dublín mil veces y mil veces no disparé, hasta que por fin tuve dos minutos de luz.
Pero como el sol está caro, y yo soy un pobre obrero de la creatividad, tengo que aprovechar cualquier momento para disparar. Así que, resguardado por los árboles, abriendo al máximo el diafragma y bajando la velocidad de disparo pude capturar esta imagen tan representativa de la vida irlandesa. A los irlandeses les encanta la pesca. Y en este río de Cong, en el condado de Mayo, como en cualquier otro, se puede encontrar pescadores de cualquier edad. Por cierto, ¿y si os digo que Cong es más conocido por su nombre cinematográfico: Innisfree? ¿Sabríais decirme de qué película hablo? No vale pinchar en el enlace antes de responder.
Otra de las pasiones de los irlandeses es el levantamiento de vidrio. Vascos e irlandeses haríamos una competitiva liga, pero me temo que acabaríamos perdiendo. Ellos tienen pubs, bares, tabernas, cuchitriles, lofts… mil sitios diferentes donde mojarse por dentro mientras se secan por fuera. Y hay que aprovechar esos momentos para fotografiar la calidez que se vive en esos santuarios, como en el Bar with no name de Dublín. La guía Lonely Planet tiene una extensísima lista de bares, recomiendo seguirla sin saltarse ni uno solo.
Otro tipo de santuarios, estos menos frecuentados y fríos como losas, son los cementerios. Buenos lugares para sacar chispas a la cámara y jugar con la profundidad de campo, o con la falta de ella. A mí me gusta más así, porque me permite destacar el elemento protagonista; en este caso, la cruz celta. Ésta la encontré en el cementerio de Ardmore, al sur de la isla, a donde fui expresamente a ver una torre redonda de 29m con techo en cono del s.XII.
Si hay algo simbólico en Irlanda, además de las cruces celtas, de la Guinness, del arpa, de los seres diminutos y verdes, de las borracheras, de las peleas, de las ovejas, de las malas carreteras, de la lluvia, de la pesca, de las carreras de caballos y de galgos, de la música y del marisco, es la naturaleza. Hay acantilados míticos en Irlanda, pero yo aconsejo pasar sin parar por los archiconocidos, frecuentados y carísimos acantilados de Moher y disfrutar de la tranquilidad y el atardecer en los acantilados de Skellig. Es cierto que la carretera hacia Moher (a 76Km al sur de Galway y a 1h17′) es muy bonita para recorrer, e incluso tienes zonas espectaculares en las que no te detienes porque ardes en deseos de llegar a los míticos acantilados, pero cuando llegas te encuentras con una entrada a 6€ por cabeza, miles, y no exagero al decir miles, de personas que quitan el encanto a cualquier paraíso y chiringos de souvenirs pretendidamente camuflados en la naturaleza. Además, al borde del acantilado, hay una estructura de hormigón que ofende a la vista y que eleva al visitante para que supuestamente aprecie mejor los acantilados. Sin duda, la peor experiencia de mi viaje. Por favor, pasa de ellos y visita los de Skellig.
He mencionado el marisco ¿verdad? Pues sí, el marisco, el pescado, las redes, los grandes barcos de pesca en alta mar y los pequeños que faenan cerca de la angosta costa hacen de Irlanda un paraíso gastronómico y fotográfico, porque pocas escenas son tan ensoñadoras y coloridas como un pueblo pesquero y sus puertos, como éste de Roundstone, en el condado de Connemara. Y hablando de escenas; en este pueblo se rodaron varias escenas de «El hombre de Mackintosh» dirigida por el gran John Huston y protagonizada por la leyenda del indomable, sí, Paul Newman. Ha sido lo más cerca que he estado de él.
Seguro que se tomaron unas buenas pintas en uno de los numerosos bares con gran ambiente que hay en el pueblo.
Así es la historia de Irlanda, una historia tejida a base de trabajo en el mar y de luchas en tierra. De lo primero, aún queda, sigue vigente en toda la isla. De lo segundo, tan sólo las ruinas. Muchas de ellas son un fiel reflejo de que el hombre está en este mundo de paso. Aquí, quien sobrevivirá será la naturaleza, siempre paciente, siempre poderosa. Podría decir dónde está este castillo mantenido en pié por la red de trepadoras, pero puedes encontrar sitios así prácticamente en cualquier lugar.
Tal vez, si empezáramos a vivir como antes, en armonía con la naturaleza, ésta nos permitiría seguir. Éste es un símbolo más de Irlanda: las pequeñas casas con tejado de paja, de las que pocas quedan en pié y menos aún que sigan siendo viviendas. Hoy, han pasado a ser almacenes donde guardar todo tipo de trastos. Para ver ésta, hay que ir hasta el norte de Eire, hasta Malin Head, lo más al norte de la isla. Tan, tan al norte que el idioma deja de ser el inglés para pasar a ser quién sabe qué.
Casi todo el mundo empieza el viaje por Dublín. Es lo más fácil: vuelo directo a la capital. Después, alquilas un coche (imprescindible), recorres la isla y disfrutas de las maravillas de la naturaleza. Y para finalizar, vuelta a la capital para coger el avión que te trae de vuelta. Menos mal que aquí tenemos pubs irlandeses donde cantar “I remember Dublin City and the Rare Old Times».
Te has superado con el post. Me ha encantado. Ya ves, probablemente Irlanda no haya sido uno de los viajes que más te ha gustado y sin embargo es, desde mi punto de vista, el mejor post que has escrito sobre tus viajes por el mundo. Y las fotos, a pesar del tiempo, la poca luz, el cielo gris, etc. tienen un halo misterioso, un encanto especial y también mucha luz, diferente, pero luz también.
Por cierto, eso de que en Bilbao llueve ya no es tan cierto, ¿no?
Hale, un poquito de presión para el próximo post,
Fantástica primera parte de una crónica de viaje con mayúsculas, ¡¡el público pide más!!
La verdad es que coincido con Karmele: me encanta. Eso es sacarle partido a la luz (o a la falta de ella). Tengo que decir que no sé si me gustan más tus post sobre fotografía o los de creatividad (vas a tener que empezar a escribir dos a la semana -uno de cada- para tenernos contentos) ;p
Muchas gracias a las tres. Sois todas guapísimas 🙂
Irlanda, en general, me gustó, Karmele, pero encontré muchos aspectos que le quitaron puntos en la valoración total. No me gusta que cobren entrada por ver un acantilado. No me gusta que no puedas andar libremente por la costa. Sólo un lugar en el que estuve permitían el acceso e incluso lo facilitaban, y es la península de Beara, que por cierto es preciosa. No me gusta tanto turismo concentrado. En los demás países en los que he estado también había mucho turismo, pero más repartido y menos borrego (me refiero a viaje organizado en masa). Y tampoco me ha hecho gracia que los hospedajes rondaran todos los 70€, algunos, muchos, más y otros, pocos, algo menos. Si le echas morro puedes negociar, incluso en los hoteles. Pero era difícil encontrar buenas habitaciones a precio razonable.
La próxima semana la protagonista será otra de las cámaras que llevé, pero mientras tanto sigamos hablando aquí de lo dicho y de la cámara, una Lubitel 166+ de carrete de 120, una cámara que llama la atención hasta tal punto que me sacan fotos a mí (cierto que eran japoneses) :$ .
¡Me encanta esa cámara! Por fuera y lo que saca de dentro. Me gusta la textura, el color y el encuadre. No me extraña que llame la atención hasta de los japoneses. Eso de que haya que mirar por arriba y que para disparar haya que bajar una palanquita, no es algo habitual ni siquiera para los Japoneses.
Just one thing: ¡¡¡¡BRAVOOOOO!!!!!
Bueno, sinceramente ya no sé si sigo tu blog por las fotos o por la literatura. Con cada post te vas superando y en este, aunque las fotos pienses que no sean lo mejor por las condiciones, las descripciones valen más que mil fotos 😉
Por cierto… yo también soy guapísimo 😀
Para mí, todos los que participáis en este blog sois guapísimos 😉 Y si las críticas fueran malas… pues también, ¡qué carajo!, porque de todo se aprende, y de los errores más.
Muchas gracias por seguirme, Alfredo. Y si te gusta el escrito tanto como la fotografía, vaya, pues miel sobre hojuelas 🙂
Lo vuelvo a afirmar me encanta tu blog. Y ahora te va la narrativa.
¿Qué tal es Irlanda?
Has tardado meses en contestarme pero la espera ha merecido la pena 🙂
Cuando viajas la lluvia es una mierda. Pero ir a Irlanda y verla seca tiene q ser, además de un anacronismo, una decepción de la leche.
Esos verdes q muestras en estas imagenes no se consiguen en photoshop.
Además, dicen los q saben de esto q los viajes «dificiles» son los q más te quedan grabados en la memoria.
Tu sigue asi y al final los de la Lonely te meten en nómina, fijo.
Salud.
Si no conocéis las razones por las que alguien se mete al mundo de la creatividad publicitaria, os lo voy a desvelar ahora: los creativos somos artistas frustrados. No creo que haya un solo creativo o diseñador gráfico al que no le hubiera gustado ser escritor, guionista, director de cine, pintor, fotógrafo a lo Robert Capa o cualquier otro profesional de cualquier disciplina artística reconocida. En mi caso, todas las artes que he nombrado son espinitas en mi cerebro. Y sólo con mi trabajo diario (a veces), este blog y mis aventuras fotográficas soy capaz de soportarlas.
Bueno, ya está, ya lo he dicho.