Viajar por India con una cámara de fotos (1 de 2)

Canon450D

Parte II

El conocido «triángulo de oro» de India bien podría haberse llamado «triángulo de miseria». Delhi, Jaipur y Agra son las tres ciudades que conforman este triángulo y las tres levantan su imagen de oro sobre pilares de mierda. Y no, no es ninguna expresión malsonante. Si digo mierda es porque la mierda se ve, se huele y se toca.

Pero no es la suciedad lo que destaca. Como decía, ésta zona al norte de India brilla por la miseria. Hay tanta, que el guía con el que compartimos viaje durante 7 días se sentía avergonzado de lo que veíamos e insistía en que en su país también existe la clase media; una gran masa de personas consumidoras que sustentan y potencian su economía hasta convertir a India en una superpotencia emergente.

Pero este guía, y todos los indios de la clase media hacia arriba, no debería sentir vergüenza, debería sentir rabia. Rabia por los millones de personas que viven de la mendicidad, por los millones de personas que duermen en la acera, en las medianas de las carreteras, con tan sólo sus enfermedades, amputaciones, deformaciones y suciedad como herramientas para obtener algunas rupias.

¡Pero cómo van a sentir rabia, si para ellos la vida que cada uno tiene es la vida que debe tener!

Aceptan todo lo que les cae. Y si lo que les cae son dos trapos y un suelo duro donde quedarse tumbado, pues con eso se quedan.

Sol y sombras en Jaipur by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

Jaipur no es, la capital, pero casi. Es enorme. Muy extensa, pero sin rascacielos. Llena de tráfico, camiones, autobuses, coches, motos, rickshaws, carromatos, carros, gente y contaminación. Lo de cualquier capital, salvo los rickshaws, carromatos y carros, claro.

Pero aquí es de lo más normal del mundo ver un carro tirado por un dromedario. Aunque lo más habitual es la fuerza humana. Parece mentira que con esos cuerpecitos puedan pedalear. Pero pueden, claro que pueden. Además, los autobuses escolares no están hechos para estas calles. Los rickshaws son rápidos, silenciosos, se meten por cualquier rincón y con cero emisiones de CO2.

Rickshaw escolar en Jaipur by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

Os habréis fijado que la decoración arquitectónica es aquí muy uniforme. De hecho a la parte vieja de Jaipur se la conoce como la Ciudad Rosa. Es ordenada… Perdón, perdón. No, no lo es. Es un puto caos. Lo que quería decir es que las calles están trazadas de manera ordenada: una cuadrícula perfecta, y entre ellas se pueden encontrar todos lo bazares que uno pueda imaginar. Y en cada bazar dos o tres comerciales instruidos en las más agresivas técnicas de venta. Aunque si todos fueran como yo, se arruinarían en dos días.

Yo iba a lo mío. Fotos y más fotos. Y no creáis que es difícil disparar. Es lo más sencillo del mundo. A un occidental, cualquier cosa en Jaipur le llama la atención. Incluso uno mismo es una atención. «Photo, photo»

Escolares en Jaipur by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

Para no recibir acoso ninguno de los tenderos, no hay como salir de la zona turistica y pasear por las calles adyacentes. En Jaipur puedes torcer en una esquina y tener la sensación de haber cambiado de país. La gente deja de llamarte a gritos insistentemente. Y lo son. Muy insistentes. Si no consiguen hacerlo en inglés, cambian de idioma. «¿Español? ¿Por qué no me escuchas? ¿No te gusta hablar con nosotros? ¿Français? ¿Deutsch?

Es entonces cuando yo me convierto en el acosador. Con cámara en mano me meto hasta en la cocina. Y para muestra, un cazo.

Puesto callejero de comida en Jaipur by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

En Jaipur hay maravillas arquitectónicas, sí, palacios y observatorios astrológicos que resultan interesantes de visitar. Pero no será en este post donde encontréis fotos de ellos. Tras la visita a Jaipur, lo que me resulta realmente interesante de contar es lo que vi en la calle.

También me resultó interesante una visita a una cooperativa, a lo MONDRAGON, que daba trabajo a 900 personas. 900 empleados y socios de un negocio que no parecía irles mal. Y eso, a pesar de los precios de sus productos, porque no son precisamente los que se encuentran en los bazares que antes he comentado. Aquí los precios están marcados por el trabajo, la dignidad y la justicia. La justicia para el que compra y para el que vende.

Trabajando en cooperativa en Jaipur by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

Y hablando de justicia, qué horror que una de las maravillas arquitectónicas de India y del mundo esté rodeada de la miseria más absoluta.

Agra es una de las ciudades más pobres del país. Aquí vive muchísima gente perteneciente a la casta más baja: a los intocables. Mil veces hemos oído hablar de ellos, pero hasta que no lo ves con tus propios ojos no te lo crees. Incluso viéndolo por tí mismo te dices que no es real. No es posible que la gente pueda vivir sobre la mierda, entre tan apestoso olor, y, además, con tal desaprobación del resto de castas. Vergonzoso.

Y entre tal cantidad de podredumbre, se levanta el Taj Mahal.

Este mausoleo es para desmayarse de belleza. Sentí lo que sintió Stendhal en Florencia. Lo juro. Sufrí el famoso síndrome de Stendhal. Las manos me temblaban. Apenas podía manejar la cámara. Me mareé y la ansiedad por no ser capaz de capturar una mínima parte de semejante preciosidad se apoderó de mí.

Tal vez los 40º de calor, el intenso sol y el recuerdo de la miseria de Agra fueron también culpables de mi estado físico, pero he estado otras veces en situaciones extremas como ésta y puedo asegurar que no sentí lo mismo.

Taj Mahal  by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

Dicen que el Taj Mahal es una demostración de amor. Yo lo ampliaría diciendo que también lo es de poder y dinero. Yo también quiero a mi mujer, pero no puedo hacer semejante alarde. Y aunque pudiera, no lo haría. Tanto derroche por una sola persona, cuando hay millones que con una sola pizquita de afecto se conformarían, no puede ser.

Como veis, sentimientos enfrentados ante este edificio perfecto en su arquitectura simétrica. Y es que esas torres de los extremos están inclinadas hacia el exterior del complejo para que nuestro cerebro perciba una verticalidad, sí, perfecta.

Taj Mahal by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

El tiempo que estuve en Agra, el Taj Mahal se convirtió en una obsesión.

Tras su visita, fuimos hasta el Fuerte Rojo, situado a dos kilómetros y medio, y, aunque es un lugar digno de fotografiar, no podía más que buscar cúpulas al otro lado del río.

También es cierto que tenía la difícil tarea de traer de India una buena fotografía del Taj Mahal; un encargo de mi hermana, amante en la distancia de un país que nadie, que no haya nacido allí, podrá jamás comprender.

Taj Mahal desde el Fuerto Rojo by Diego Jambrina (Elhombredemackintosh) on 500px.com

El triángulo está incompleto.

Os he hablado de Jaipur y Agra, pero aún me queda contaros lo que vi y fotografié en Dehli y, por qué no, de otros maravillosos monumentos arquitectónicos que hay en esta zona del mundo apestado de miseria.

También daré un consejo a aquellos que viajen, como yo, con una cámara de fotos. Algo que resultará fundamental para que las fotografías no pequen del mismo mal que las mías.

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