Carretera y manta. Es una de mis expresiones favoritas.
Me encanta viajar por carretera con mi propio coche. Lo prefiero a cualquier otra forma de viaje porque el viaje en sí empieza desde el mismo momento en que sales del garaje. No tiene nada que ver con viajar en avion. Llegar dos horas antes al aeropuerto. Esperar. Pasar por los controles. Esperar. Entrar en el avión. Esperar. Aterrizar. Esperar. Esperar. Esperar. Y me gusta hasta cuando no conduzco. Acurrucarme en el asiento del copiloto, bien tapadito, confiado en que mi compañera sabrá llevarme sano y salvo hasta el próximo relevo.
Hace pocos dias nos fuimos hasta la provincia de Zamora. Muy cerca de la frontera con Portugal.
Tiene algo de extraño estar en un país y ver al otro lado del río otro distinto. El río Duero a un lado y el Duoro al otro.
En un pueblecito de cuatro casas y ningún bar, llamado Pinilla de Fermoselle, hay un alto con el curioso nombre de «el mirador del cura». Un lugar espectacular para disfrutar de las sinuosas curvas del río fronterizo. «El mirador del cura»… ¿por qué será que todo lo bueno está en manos de la iglesia? Hasta un pedazo de tierra desde el que admirar el paisaje.
La carretera que une Pinilla de Fermoselle del pueblo de referencia en la zona, Fermoselle, recuerda al río. Una pista desierta y llena de curvas que hacen del recorrido un paseo espectacular. Además, tal vez podáis tener la misma suerte que yo y ver un pájaro carpintero descansando tras un duro trabajo. No sé por qué, pero en ciertas ocasiones encuentro su trabajo y el mío muy similar. Será por eso por lo que suelo acabar con fuerte dolor de cabeza.
Fermoselle es un pueblo construido sobre roca, o para ser más exactos es un pueblo construido entre rocas. A veces nos empeñamos en moldear la naturaleza a nuestras necesidades, pero es mucho más sencillo adaptarnos nosotros a ella. Y este pueblo es un gran ejemplo. Estoy seguro de que ni el frío que se siente en invierno en esta región ni el calor del verano hacen mella en el interior de estas casas.
Hasta aquí no han llegado aún las rampas y las escaleras mecánicas que hacen la vida más fácil y a las personas más vagas. En Fermoselle tendrás que subir y bajar por empinadas cuestas y escaleras con cierto sabor a Huayna Picchu, (ya hablaré un día de estos de mi viaje a Perú) donde esculpidas en la piedra de la montaña los escalones te facilitaban la ascensión.
No es de extrañar encontrarse por estas calles con viejos neumáticos de bicicleta. Con 30 años menos, en lugar de fotografiarla, la hubiera cogido y lanzado calle abajo.
Pero la niñez quedó atrás, y ahora lo que más me gusta es pasear con mi cámara Fujifilm X100 en la mano, mientras se acerca la hora de beber el famoso vino de la zona, el que se beneficia del microclima de la ribera del Duero, en el Parque Natural Arribes del Duero.
Dicen que a principios de año es la peor época para visitar una bodega. Las vides están desnudas, ni una hoja, ni un racimo, tan sólo madera muerta que se niegan a caer al suelo. Pero yo estoy ahí y tengo que aprovechar el momento.
Lo pasamos bien en la Hacienda Zorita. Comimos muy bien, bebimos muy bien, y, por supuesto, al final, dormimos muy bien.
De vuelta a casa, hicimos una parada en Zamora, en la capital de la provincia y en la capital mundial del chorizo. Como bien saben mis amigos no hay chorizo más rico en todo el mundo que el que se hace en Zamora. De hecho es lo único destacable que sale de esta tierra.
Esa pasión por la religión, que les ha llevado a crear un museo de la semana santa, es algo que me supera. Dicen que a medida que te haces viejo, y aunque hayas sido toda la vida un ateo recalcitrante, tiendes a creer en un ser divino, uno que te salve de la muerte, o que te garantice un cielo lleno de vírgenes.. a no que eso es de otros… bueno, a mí no me va a suceder. Yo seguiré creyendo en mí mismo y en la gente que me rodea y me quiere, como así lo hizo Abelina, la abuela que nació el día de la revolución rusa.
Zamora es un lugar, sin duda, tranquilo, sosegado, camina despacio, entre sol y sombra, y donde aún puedes ver a las viudas vestidas de negro. Pero solo a las viudas. Los viudos, si los hay, no son partidarios del luto.
Y para terminar la visita, un consejo: meteros entre calles, atravesad las puertas que muchas están abiertas al visitante y descubriréis rincones con sabor a blanco y negro, muy aptos para el fotógrafo.
Soy de las que, como tú, disfruta de los viajes por carretera. Y disfruto de cada segundo: desde elegir la música, a acurrucarse en el asiento y contemplar el paisaje o pararse en cualquier área de descanso remota a coger fuerzas (creo que ya hemos hablado del tema alguna vez ¿no?). Es una (sólo una) de las razones por las que me ha gustado el post. Ésa y porque creo que has captado bien ese ritmo pausado y tranquilo del entorno que fotografiabas.
Eso sí, echo en falta la imagen que por fin nos demuestre que realmente es la capital mundial del chorizo, como siempre proclamas ;p
No hay imagen que demuestre la capitalidad. Hay que comer un buen chorizo (la marca Diaz es un acierto pleno) para comprobarlo.
Me gustan mucho tus historias por carretera, Anmarah, deberías dejarlas por escrito. Te presto mi blog 😉
Yo también disfruto de los viajes por carretera, porque además te puedes parar donde quieras. Si de repente ves un pueblito que a lo lejos parece chulo, te desvías y listo. Y lo que más me gusta de los pueblos del tipo del que has descrito es su tranquilidad. Esa gente no tendrá ni cines (a nosotros sólo nos quedan los de los centros comerciales…), ni teatros, ni bullicio, ni miles de personas por las calles, ni bares o restaurantes, pero tampoco tiene estrés, ni malos humos todo el rato y probablemente no echen de menos nada de lo que tenemos nosotros (igual ni lo conocen). Envidio esa tranquilidad, la amabilidad, la humildad, ese respeto por la tierra, ese disfrutar de las pequeñas cosas como sentarse en un banco, pasear por el campo, hablar con los vecinos/as, saber vivir con poquito (lo que nos demuestra que no se necesitan grandes posesiones para vivir bien). Es una pena que los pueblos se queden desiertos.
Al hilo de tu post me he acordado del spot que este año han hecho para publicitar la guía Repsol (http://www.youtube.com/watch?v=xi0ZlnHwZ6I). El claim, «Todavía te queda mucho por conocer del lugar que ya conoces», me resulta un poco lioso, pero el mensaje de fondo me gusta: que en nuestro entorno cercano, que supuestamente conocemos bien, hay miles de sitios por descubrir y disfrutar. Sólo hace falta un coche y la parte mala del asunto, combustible para moverte.
Muy chulas las fotos, como siempre.
Pues el vídeo de Repsol no me gusta. Ñoño, ñoño. La intención es buena, pero se queda sólo en intención. Y sí, cierto es que con el coche se consume combustible fósil y se lanzan muchas emisiones de CO2, pero más se lanzan con otras actividades. Además, yo al trabajo voy en transporte público, así que compenso 😀 También habría que ver cuánto consume el avión. Pero bueno, esa historia se merce un post aparte.
Gracias por tu comentario, largo comentario 😉
No lo digo solo por las emisiones.¿y qué me dices dinero que hace falta para llenar el depósito?cada vez es más caro…
Iba más por ahí…
Hice el cálculo de lo que me había gastado en gasolina, y fue un dineral: más que en el alojamiento y comida, todo junto. ¡Carretera, manta y visa!
El pueblo muy chulo, las fotos lo retratan muy bien. Pero yo, al contrario q Karmele, me quedo con la ciudad, el ruido y el cemento…
No niego mi cierta envidia por pasar unos dias en un entorno como el q nos enseñas, pero teniendo siempre la certeza de q voy a volver a la ciudad.
Será q me he vuelto una rata de ciudad y no un ratón de campo.
Y para seguir dando la contra, odio los viajes largos en coche. A decir verdad odio los viajes largos en cualquier medio de transporte, aunq amo los destinos lejanos…voy jodido 🙂
salud
Sí que vas jodido, pero eso le ocurre a todo el mundo. Las personas estamos llenas de contradicciones. Y de ellas también hay que saber disfrutar.
Realmente un sosiego visual leer y disfrutar esas fotos.
Conocemos parte de dicha provincia y efectivamente no deja indiferente su visita.
NAda que añadir al tema culinario.
Lo que me sugiere por encima de todo es : » …y estuvimos tan agustito» .
Muy bueno.
Gracias por la visita. Da gusto ver caras nuevas por aquí.