Venecia, construida sobre pivotes de belleza

Eran casi las doce de la noche. Hacía frío y la luz de las farolas apenas iluminaba unos metros a su alrededor. Esperaba la llegada del último vaporetto del día, el que me tenía que acercar hasta mi hotel tras una tediosa jornada de avión y aeropuerto. En cualquier otro lugar del mundo, la espera hubiera sido, en el mejor de los casos, tensa, pero en Venecia, todo tiene un carácter adagio, el que emana de una ciudad construida sobre pivotes de belleza.

El recorrido nocturno por el gran canal hasta mi parada fue un viaje en sí mismo, un viaje por la historia, la creatividad, la ingeniería y la ensoñación. Menos de 15 minutos con los que ya di por bueno el dinero invertido en los vuelos y el hotel.

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Venecia puede ser una ciudad infectada por el turismo. Y, de hecho, lo es. Para 2023 se han planteado tornos de acceso a la zona de la plaza San Marcos, y evitar así aglomeraciones más grandes aún que la propia plaza. También, puede resultar incómodo abrirse paso por las estrechas callejuelas y entre los grupos organizados que los cruceros vomitan cada mañana. Puede ser un laberinto de callejuelas tan estrechas que ni los rayos del sol caben en ellas.

Puede que todo lo malo que se diga de Venecia sea cierto

Puede que todo lo malo que se diga de Venecia sea cierto, pero cuando paseas por esas callejuelas, no se necesita el sol para que todo brille; la historia y la arquitectura ilumina cada rincón de esta enorme ciudad.

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He viajado tres veces a Venecia y no he entrado ni una sola vez en ningún museo. No es necesario.

El arte está en la calle y Stendhal camina junto a mí por todas ellas. A veces, es incluso la única compañía, porque esa masa de turismo que desprecio (aunque a veces yo también formo parte de ella) se concentra en tres o cuatro lugares nada más.

Hay una Venecia tranquila, relajada, solitaria e, incluso, soleada que saluda con un susurro ondulado, como el que dejan las pequeñas embarcaciones a su paso, a toda persona interesada en compartir un momento.

Además, Venecia es más Venecia aún cuando llega la noche y la masa de turistas desaparece. El miedo a perderse en una gran ciudad desconocida es aquí uno de los mayores placeres.

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Perderse en Venecia es encontrar rincones tranquilos, con detalles que admirar y con los que imaginar, es encontrar emociones que jamás se han sentido, y es encontrar una paz interior incomprensible. ¡Pero para qué queremos comprender! Si hay paz, no hay necesidad de saber por qué.

De todas formas, hay mil razones por las cuales Venecia es la ciudad del mundo más alucinante y maravillosa, pero tampoco es necesario tenerlas en cuenta, porque, al fin y al cabo, quién necesita la razón cuando hay tanta emoción.

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