Cautivo de mi propia costumbre, lucho por mirar mi entorno con ojos de viajero inquieto. Lucho por salir a la calle con mi cámara de fotos y ver, en la misma ciudad de siempre, lo que nunca antes había visto.
Pero es la distancia la que me acerca a mi yo fotógrafo. Viajo, cruzo la frontera de lo conocido, y mi mente despierta, se despereza, se libera.
Me siento libre. Libre para mirar, para curiosear, para pararme en una esquina, para retroceder sobre mis pasos, para pensar en lo que fui y en lo que soy y para no pensar en lo que seré. Libre para sentirme libre.
Para mí, no hay nada como no sentirme como en casa.
A veces, vagabundeo por estrechas calles de nombres desconocidos y hago una foto. A veces, llego a un destino con nombre conocido y hago una foto. A veces, me paro en seco y hago una foto. A veces, retrocedo y hago una foto. A veces, veo lo que nadie ve y hago una foto. A veces, no pasa nada y hago una foto.
Cuando viajo, hago fotos.
En el lugar en el que habito, no. Al menos no siempre ni con tanta productividad. Me cuesta sorprenderme, me cuesta curiosear, me cuesta mirar, me cuesta reconocerme.
Llevo años prometiendo hacer un post sobre Bilbao. Y había empezado este con la intención de conseguir hacer realidad esta promesa. Pero (creo) he vuelto a fallar, aunque (me sincero) no me importa demasiado. Porque lo importante no es el lugar en el que esté, lo importante es que yo esté.
Las cinco fotografías que hay en este post están tomadas en Bilbao, durante un momento de lucidez en el que al mirar por el visor me reconocí con absoluta claridad.
Qué dificil emocionarse con nuestro propio entorno y sorprenderse con lo conocido y asi capturarlo con nuestras maquinas. Tus palabras me recuerdan a una frase de Vari Carames que dice algo asi: «Lo exótico se encuentra dentro de nosotros mismos»
Gran frase, sí señor. Y gran mirada la de Vari Caramés. Él siempre ha sido capaz de ver en su lugar de origen. Y eso es un gran mérito.
Gracias por pasarte por aquí, Miguel, y muchas gracias por tu comentario; así no me siento solo en el frío ciberespacio.
Qué sencillo es escapar lejos, pero qué complicado resulta hacerlo cerca, a dos metros de tu zona de confort. Curioso, interesante e inteligente cómo te refieres a un sentimiento que muchos hemos tenido y que quizá, no hemos sabido o, no nos hemos atrevido a contar. Como el tutor que mantiene una fría relación con su alumno pero después habla maravillas de él, a sus espaldas, del mismo modo nos comportamos con nuestra ciudad. Qué grande Bilbao, qué gran desconocida en ocasiones. Enhorabuena por contar tanto sin ir tan lejos.
Muchas gracias, Txema, por tu reflexión.
Y aunque estoy de acuerdo contigo, tengo que aclarar que para mí tampoco es fácil captar lo que hay lejos por el mero hecho de estar lejos. Y sin ir más lejos, en mi viaje por Cuba me pasó esto mismo: apenas puede desprenderme del imaginario visual colectivo y sucumbí a los clichés.
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