La fotografía como expresión emocional

La fotografía es una actividad que resulta fácil de calificar, pero difícil de entender. Y lo es porque apenas han pasado 150 años desde su aparición. Nadie discute que la pintura sea una disciplina artística, y nadie lo hace porque los seres humanos compartimos con ella el mismo origen: las cavernas. Somos coetáneos. Sonrío al pensar cómo algún loco cavernario sentía orgullo creador por pintar su mano en la pared de su cueva y sus compañeros de vivienda se burlaban de él gritándole «¡pero si solo es tu mano, pringao!».

Eso mismo es lo que ocurre ahora con ciertas fotografías. Son simples manos, o pies, los que llenan el encuadre, y no entendemos que su significado nada tiene que ver con la anatomía.

Se ha hablado mucho sobre esto y hasta se ha escrito de manera sesuda. Joan Fontcuberta tiene un libro titulado «estética fotográfica» muy interesante. En él se recogen ensayos de pioneros y artistas de la fotografía y de otras disciplinas. Escritos que a pesar de estar redactados hace más de 60 años tienen plena vigencia; lo que reafirma la idea de que la fotografía no está siendo valorada por todo el mundo como lo que es: una disciplina artística, un medio de comunicación y una herramienta de documentación, aunque no precisamente en este orden.

Yo he tratado mucho tiempo la fotografía como una herramienta de documentación, y en este blog lo podéis comprobar, pero estoy abriendo mi mente y mi lente, y también en este blog lo podéis comprobar.

La eternidad

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