La carretera es mi destino, el lugar donde me siento bien, sin esperar a llegar, salir sin esperar a nada, sin esperar nada. No es ninguna sorpresa; me gusta porque no tengo contacto con la gente. En la carretera, solo nos vemos unos segundos, que pasan tan rápido que no vemos más que un movimiento. No son personas reales. No existen. Sólo son bocetos que mi imaginación esboza si se siente activa. Aunque lo habitual es que no. Se muestra vaga cuando vago por mi destino.
Es una situación de casi total libertad. Sin la tiranía del lugar de partida y sin la realidad del lugar de llegada. Aunque obligado a parar, retomo el contacto. Parar, repostar, pagar y marchar.
A veces tardo en reanudar, añadiendo más tiempo, como saboreando el trayecto.
Y saboreo mi bocadillo. Esto también es libertad. Comer un bocadillo de tortilla de patata en una área de servicio viendo al resto de personas como van y vienen. Y me siento con más ánimo. Ha sido la carretera, estoy seguro, que me renueva, me da fuerzas, y sonrío a la gente, sin saber quiénes son, ni qué piensan, ni qué hacen. Tal vez por eso les sonrío. Es el desconocimiento el que genera confianza en mí. Es desconfianza por lo conocido.
De nuevo en la carretera. Sonrío. Es mi destino.
Fotos y textos © Diego Jambrina Merino – A 50mm del mundo
Pues nunca me había parado a pensar en ello. Pero es verdad, la libertad que te da parar cuando quieres, comerte ese bocata que llevas en mente desde que sales de casa…son sensaciones maravillosas. A mí también me encanta viajar por carretera, y si es en moto mejor.
Ala, a seguir soñando.
No hay que pensar. Hay que salir 😉
Leer esta entrada me ha traído esta canción a la memoria:
http://www.letras4u.com/metallica/wherever_i_may_roam.htm
Un abrazo.