Guatemala es un país desastroso. Las carreteras están llenas de baches, hay constantes corrimientos de tierra, los conductores de autobuses tienen poco sentido de la precaución, los centros urbanos crecen sin control, se construye con bloques de hormigón y tejados de chapa, hay vigilantes armados hasta en las panaderías, los cables del minúsculo calentador del agua están justo encima de la alcachofa de la ducha y es un país con una administración pública a quien nada le importa, especialmente las muertes por electrocución accidental de los tontos turistas.
Pero a pesar de ello es un país al que volvería a ir. Más aún: quiero volver.
Quiero volver para compartir unos minutos de charla con ese albañil que se fue de Antigua, la antigua capital de Guatemala, porque no aguantaba el ruido, el tráfico, la contaminación y el fervor religioso. Un hombre que lo dejó todo y se estableció en un remoto pueblo de Petén, llamado El Remate, donde lo único que se oye son las tormentas pasajeras y la gente pescando en el lago Petén-Itzá.
Quiero volver para subir todos y cada uno de los volcanes que amenazan con malos humos a todos los habitantes despreocupados que viven a su alrededor.
Quiero volver para recorrer las calles bulliciosas de Chichicastenango un domingo de mercado, el más importante de Guatemala, y dejar sorprenderme por la cantidad de productos en venta, por la cantidad de personas que venden y compran y comen y rezan, por la estampa multicolor de los puestos y para volver a escuchar de boca de un niño de 8 años cómo ser feliz con muy poco.
Quiero volver para sorprenderme, otra vez, con el auténtico fervor religioso que profesan a dioses mayas, que, aún siendo de madera, fuman, beben y hablan más de 40 idiomas, entre ellos el francés.
Quiero volver para acabar de creer que los mayas mantienen su vestimenta tradicional, su lengua y su cultura a pesar de los siglos y siglos de explotación y exterminio sufrido a manos de españoles, primero, y guatemaltecos, después.
Quiero volver para recordar, bajo las bóvedas derruidas de las iglesias de Antigua, la que dicen es la ciudad colonial más bonita de América, que no hay nada más poderoso que la naturaleza, y que si ésta habla los hombres callan.
Quiero volver para sentarme junto al auténtico tesoro guatemalteco y charlar con él, mientras viajo en un School bus, uno de esos autobuses de los colegiales gringos que, inservibles para ellos, aguantan miles y millones de kilómetros más.
Quiero volver para disfrutar de la humedad, el calor y los sonidos animales de la frágil y obstinada selva de Petén desde lo alto de un templo maya en Tikal, uno de los mayores yacimientos arqueológicos y centros urbanos de la civilización maya precolombina.
Quiero volver.
A ver si me he enterado, ¿quieres volver no? 😉
Que bonito Diego… yo quiero ir…
Gracias, Rafa. Hay mucha vida allí. La gente es estupenda y conocer el idioma ayuda mucho.
Dani, esta vez me he dejado de metáforas 🙂
Después de tus palabras quién no quiere ir….Preciosa exposición.Gracias por compartirla.
Pues aún hay más 😀 En los siguientes posts escribiré sobre los mayas; los que construyeron Tikal (y alrededores) hace más de 600 años y los que hay todavía viviendo y llenando de color las calles de Guatemala. ¡Los mayas viven!
Ah, y gracias a ti por comentar 😉
Hace ya 5 años q estuve en Guatemala, pero lo recuerdo como si fuera ayer… En este pais se juntan de manera increible el paraiso y x decirlo d alguna manera el infierno… Aun asi… estoy de acuerdo… Quiero volver!
Gracias, Pili, por viajar hasta mi blog y dejar tu opinión. Me gusta tu definición de Guatemala; se juntan el paraíso y el infierno. Podría ser una buena definición para la Tierra misma.
Diego!! impresionantes fotos y emocionantes textos… me ha encantado el post y espero impacientes los otros dos. También espero impaciente que vuelvas pronto a Guatemala y nos sigas emocionando.
P
Muchas gracias, Patricia. A ver si saco tiempo y termino el segundo post. Estará dedicado exclusivamente a la cultura maya.
Amigo Diego, como guatemalteco me siento honrado de la forma en que vos describís mi país. Las fotos están increíbles. Leí este post y no pude contener ese sentimiento de Orgullo por ser de aquí. Te diste cuenta de la realidad que vive el país y cosas insignificantes de gran valor que hasta nosotros mismos desconocemos. Mi país es tu país y espero pronto podás volver.
Muchas gracias, Leonel, por entrar en mi blog y, sobre todo, muchas gracias por tu comentario. Me ha servido para ver que no estaba equivocado en mi visión de Guatemala, algo que bien podría haber pasado por haber estado tan sólo un mes allí.
Me encantará volver por tu país, aún me quedan muchos rincones que conocer y mucha gente con la que hablar.
Preciosas imágenes.
Comparto mi aprecio por Guatemala y sus gentes.
Yo ya he vuelto una segunda vez. Ahora sueño en hacer realidad un tercera.
Gracias, XavierC.
Guatemala bien merece una segunda, y una tercera, y no sé si una cuarta, habiendo tanto país en el mundo y tan pocos años. Lo que sí tengo claro es que es un país maravilloso.
No te olvides de nosotros y cuéntanos tus experiencias si vuelves a ir. Necesito información constante sobre sus avances sociales.