Se dice muchas veces que tal y cual pueblo es perfecto para perderse. Covarrubias, sin embargo, es un pueblo que parece estar perdido. Sus casas de entramado de madera son más propias de Alemania que de Castilla y León, y no encontraréis otro pueblo similar en muchos, muchos kilómetros a la redonda.
Covarrubias está localizado al sur de Burgos capital y a media hora al este de Lerma. No hay pérdida; encontraréis esas señales marrones por la carretera que indican que por allí se llega a pueblo pintoresco.
Lo de pintoresco lo dirán por la arquitectura, claro, pero seguro que también lo dicen por lo que te puedes encontrar colgado de sus ventanas, como estas pequeñas calabazas. No sé si están ahí para obtener un ingrediente para alguna receta local o como aviso a pretendientes amorosos con intenciones deshonestas.
Lo que más destaca de su perfecto y cuidado casco antiguo son las vigas, pilares y otros maderos que en diagonal refuerzan los muros exteriores de las casas, quedando a la vista de la gente y dotando a Covarrubias de un encanto típico de otros pueblos del norte de Europa, como Bretaña, Bélgica o, como decía antes, Alemania.
Pero es algo más al norte, con quien Covarrubias tiene una especial afiliación. Kristina de Noruega fue una de esas hijas de rey que antaño servían para establecer buenas relaciones entre reinos. El rey Haakon IV y el por entonces rey de Castilla, Alfonso X, llegaron a un acuerdo matrimonial y unieron a la hija del primero con el hermano del segundo. Lo más importante de esto es que, 7 siglos después, podemos disfrutar de un festival anual de música noruega y un mercadillo de productos típicos noruegos en el corazón de Castilla y León.
Pero no temáis, si no pudierais ir a finales de septiembre, que es cuando este festival noruego se produce, tenéis otros eventos, como por ejemplo, «la matanza».
A principios de diciembre en la plaza del pueblo durante un fin de semana hay una comida popular donde se prepara a la parrilla todo lo bueno del cerdo, y por muy poco dinero os podéis cebar sin problema alguno.
De todas formas, no es necesario coincidir con ningún festival, en Covarrubias hay varios restaurantes donde saborear los típicos platos castellanos y algunas carnicerías donde abastecerse de buenos productos de cerdo para volver a casa con algo más que unas fotografías. Aunque si tenéis la luz que yo tuve hace unas semanas, no la desaprovechéis.
La primavera es también una buena época para visitar el pueblo, si os interesa la fotografía y sois inmunes al polen. Lo digo porque Covarrubias es tierra de cerezos y en esa época se visten de blanco.
Pero si os interesa más comer cerezas que los cerezos en sí, es mejor ir entre abril y julio, cuando se sacan a las puertas de las casas las cajas con la sabrosa cosecha.
La verdad es que cualquier momento es bueno para visitar el pueblo, incluso en verano, cuando el calor más aprieta e invita a zambullirse en las fresquitas aguas del río Arlanza.
Y que no os despiste esta última fotografía, la tradición y la religión siguen siendo importantes en esta parte del país, mujeres de edad avanzada acuden a misa de 12, pero más importante es la tradición y el pimple. El futuro de la religión, ya véis cuál es. Sin embargo, en los bares hay personas de todas las edades.
Yo soy de los que procesa el santo acto del pintxo y pote.
La verdad es que tienes razón al decir que cualquier momento es bueno para visitar este pueblo. Es maravilloso y yo no me canso de ir. Sobre todo los domingos a las 12, cuando los más mayores están en misa y nosotros podemos ir tranquilamente al bar de pintxo pote.
😀
A mí, que también guardo la santa tradición del pintxo pote, me gusta entrar en todas las iglesias por las que paso. Y las de los pequeños pueblos son las mejores.
Que sigan perteneciendo a la iglesia y no al pueblo, cuando suelen ser las mujeres mayores quienes las limpian, cuidan y mantienen económicamente es algo con lo que no comulgo, pero siempre son un buen refugio para días de mucho frío o mucho calor por no hablar de su riqueza arquitectónica bastante austera.
Aunque suene contradictorio es lo que más me gusta, por eso de entre todas me quedo con la foto número cinco (buena rima en mal lugar), donde creo identificar un banco de piedra sostenido por la fuerza que ejercen las piedras de alrededor sobre ésta. Me gusta porque gracias al contraste que le has dado se pueden distinguir claramente los distintos materiales y el tiempo que ha pasado por ellos pero también por lo que representa cada uno y en su conjunto.
Me apunto la visita.
Zorionak Diego, bonito post.
Muchas gracias, @_kakun.
Efectivamente, es un banco de piedra sostenido por la fuerza de otras piedras. Coincido contigo en el valor que das a las iglesias, arquitectónica y artísticamente hablando. Yo siempre las visito cada vez que llego a un pueblo, e incluso voy a los pueblos expresamente a verlas. No muy lejos de Covarrubias, en un pueblo llamado Vizcaínos, hay una pequeñísima iglesia románica que bien merece tu visita.