Berlín vive

Una parte de mí se quedó en Berlín. La otra se fue con la sensación de que si algún día volviera y se encontrara en cualquier calle de la ciudad con la parte que se quedó, no la reconocería.

Tengo pruebas físicas que demuestran que esta sensación no es producto de mi imaginación. Es visible, palpable, numerable… Es muy real. Cada fotografía tomada es la constatación absoluta de mi transformación.

Son como un espejo donde me reconozco cada vez que las miro. Son como las campanadas que gritan el cambio de año. Como un feliz cumpleaños cada 20 de octubre.

Los lugares a los que vuelvo también cambian. Berlín ha cambiado. No estoy solo en este proceso.

Hoy, es más elegante, formal, ordenada y, hasta cierto punto, es más engreída. A veces pienso que me mira con desdén y se acerca con sigilo por la espalda para susurrarme al oído que no estoy a su altura.

La desprecio por eso.

Otras veces, la siento cercana, amable, despreocupada, con el pelo revuelto. Y veo que me sonríe con complicidad. Me dan ganas de abrazarla con fuerza y no soltarla nunca.

Nunca.

Soñando
Dentro de mí

Muros de cristal

Vida interior

Bloques de color
Pantalla

Ayuda
Incursión
Azul protector
Sombras río abajo

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