He viajado bastante por Europa, bueno, no mucho, pero sí lo suficiente para afirmar que hay decenas de lugares a los que se les llama «la pequeña Venecia». Basta un par de canales que se crucen por el centro de la ciudad para ganarse ese sobrenombre. En realidad, lo que ocurre es que no tienen la suficiente personalidad propia para ganarse la atención del viajero, y ni mucho menos del turista, y han de buscar una etiqueta que les asocie con algo de valor.
Ámsterdam no es así. A pesar de que es lo más parecido a Venecia que he podido encontrar, nadie la llama «la pequeña Venecia». Para empezar, no es pequeña. Es una gran urbe con más de dos millones de habitantes y muchos, pero que muchos turistas. Pero, sobre todo, tiene una personalidad invulnerable e incompartible.
Basta caminar por las calles de la capital holandesa para darse cuenta de que no hay nada parecido en todo el mundo. Me siento atraído por cada rincón. Me siento atraído por cada calle, por cada plaza, cada puente, fachada, bote, bicicleta, bar, mirada… Me siento atraído por todo. Tengo la sensación de que podría estar un mes entero caminando y fotografiando sin parar y sin cansarme.
Pero si llegara el momento, si en algún instante del viaje necesitara más, más… no sé, algo más estándar, como un buen museo, por ejemplo, hay unos cuantos a los que ir.
Está el museo de fotografía, FOAM, ubicado muy cerca del centro de la ciudad y con una buena librería donde abastecerse de clásicos y contemporáneos. Y algo más alejado, pero siempre a mano, está el Museumplein, una plaza en la que se han ubicado el Rijksmuseum, el Van Gogh Museum y el Stedelijk Museum Amsterdam, arte y diseño moderno y contemporáneo.
Hay muchos más. Algunos seguro que merecen la pena. Y otros seguro que no, aunque las largas colas para entrar de gente quieta como muñecos de cera, parecen contradecirme.
A mí, el que me deja de piedra ante tanta belleza y sentimiento es el de Van Gogh. Podría estar todo el día encerrado en el museo, y de noches estrelladas, en compañía del hada verde.
Podría hablar también de los humeantes coffeeshops o del humillante y denigrante barrio rojo, del decepcionante mercado de las flores, del masificado centro de la ciudad y falto, curiosamente, de canales, pero para qué. Todo eso ya lo conocéis, si no por vivencia propia, sí por miles de imágenes e historias que hayáis podido leer o escuchar.
Yo me quedo con lo mío. Con los canales de oriente y occidente. Me quedo con los bares llenos de cultura popular y con cervecerías que elaboran tradición y renuevan tesoros históricos, como este molino. De Gooyer es uno de los seis molinos de madera que aún perviven en Ámsterdam y el molino de madera más alto de Holanda.
Me quedo también con esas zonas inexploradas por el turismo de masas y, lamentablemente, por mí, porque tres días de invierno en una ciudad así no son nada.
Me quedo con todas esas calles que quedaron sin pisar y con el extrarradio y la zona portuaria, de la que tan bien he oído hablar por los amantes de la arquitectura contemporánea.
Ámsterdam, volveré.
Bueno por fin puedo decir que he estado en un sitio del que escribes y estoy totalmente de acuerdo con tu descripción de la ciudad absolutamente increíble y la cual repetirás fijo yo ya tengo ganas de la tercera. Comer sentada en un canal, tomar un café encima de un puente en medio de una plaza
Por cierto el paseo en barco por la zona portuaria altamente recomendable.
Pero las fotos la verdad me parecen pobres comparadas con tus anteriores publis ( lo siento)
No hay manera de satisfacerte al 100% 🙁 Pero te agradezco mucho tu opinión.
La ciudad es increíble. Me pasaría un mes paseando por sus calles y haciendo fotos. Con un mes, seguro que traería buen material 😉
Una ciudad increíble. ¿Estás pensando ya en tu próximo viaje? visita http://www.mo-rentals.com encontrarás una gran variedad de alojamiento de alquiler vacacional en todo el mundo
Siempre ando pensando en el próximo viaje 😀