Es fácil dejarse enamorar por un festival de fotografía como Getxophoto.
Está ubicado en uno de los rincones más bonitos de la costa cantábrica. Siempre, o casi siempre, se disfruta de un tiempo perfecto; septiembre es uno de los mejores meses en esta parte del mundo, porque el sol brilla y la temperatura no aprieta. Además, la mayoría de las exposiciones están colocadas al aire libre, es decir, que su público no está necesariamente formado por personas vinculadas con la fotografía, sino que es mucho más amplio. Busca, en todo momento, acercar el arte a todo el mundo y lo hace sin pedir una entrada a nadie. Esta característica hace que las personas venidas de fuera, no solo asistan a un evento fotográfico, sino que asistan a una experiencia mucho más completa, que les lleva a conocer la arquitectura del pueblo, la gente, el ambiente y su gastronomía. Y a las que son de aquí, les permite conocer lo que se mueve en un sector, como es el de la fotografía, muy residual para la gran mayoría.
Este carácter callejero se ha visto reforzado este año por la temática de la 14ª edición.
Con el título de ¡A la calle! se ha cargado de significado reivindicativo: el arte debe estar en la calle, al alcance de todo el mundo, y se ha mostrado, además, sensible a una circunstancia marcada por la pandemia. Se tomó la decisión de que una parte de lo expuesto fuera una representación de lo vivido durante el confinamiento; una adaptación perfecta a la coyuntura.
Este año, también hay exposiciones con mucha carga reivindicativa. El trabajo de la mexicana Julieta Gil, por ejemplo, trata de dar voz a las mujeres de su país, y del mundo entero, con Nuestra Victoria, y hacer ver la indignación por la violación a una menor en México DF por cuatro policías y el interés del gobierno por ocultar este hecho y por ocultar también las protestas llevadas a cabo. Se decidió colocar un muro que impedía el acceso a La Columna de la Independencia, el monumento elegido para escribir las proclamas de los movimientos feministas. Más tarde ese monumento, se limpió, quedando una pútrida mancha en las instituciones públicas. Julieta Gil lo pudo fotografiar antes y poner a disposición de todo el mundo mediante la descarga en 3D y perpetuar así el mensaje.
El trabajo del colombiano Felipe Romero Beltrán visibiliza otro de los problemas de esta sociedad: la violencia policial llevada a cabo en los arrestos a personas indocumentadas.
La dañina actividad humana hacia el medio ambiente y hacia nosotros mismos, la vigilancia gubernamental, que se mueve entre la seguridad ciudadana y el atentado contra la libertad individual, la explotación sexual de las mujeres, las represiones del gobierno chino durante las protestas de la ciudadanía en Hong Kong, la invisibilidad de los trabajos de las temporeras que rozan la esclavitud hasta hacer sangre… Estos, y otros, asuntos también están presentes en el festival de fotografía Getxophoto, dándole un valor mayor que el que ya tiene por su carácter artístico.
Abría este artículo asegurando que es fácil enamorarse de Getxophoto, y lo es, también, porque utiliza formatos y lugares poco convencionales para la colocación de las exposiciones.
El mercado del pueblo, una antigua gasolinera, lonjas vacías, contenedores, posavasos repartidos por seis bares de la localidad, algunos comercios e, incluso, la radio.
Este año, un colectivo de artistas ha propuesto, como ellos mismos aseguran, rescatar tecnologías alternativas como herramientas para desarrollar formas de comunicación audiovisual libres y experimentales. La idea es que cada persona pueda descargarse en su móvil una imagen gracias al sonido. Algo nuevo para los más jóvenes, pero que las personas que vivimos los inicios de internet recordamos bien por aquel extraño sonido que hacía el módem al conectarse.
Otro de los encantos irresistibles de Getxophoto es la Participación Popular. Una oportunidad para que cualquier persona pueda ver expuesta su fotografía en la localidad y en un libreto especial.
Yo he tenido la suerte de haber sido seleccionado durante las últimas tres ediciones. Este año con una fotografía titulada Darwin se sentó aquí.
Con todo esto a favor, el festival tiene una mácula. Y es que no existe un movimiento paralelo como el que sí existe en el festival de fotografía de Arlés, por ejemplo. Allí, los comercios y las calles se llenan de fotografías que los propios autores colocan. Llegan de todo el mundo para tratar de visibilizar su obra y con esta actividad frenética, la ciudad entera se transforma en una obra de arte.
Yo mismo he participado con la que llamo mi Expopirata y durante la edición de 2019 realicé la única expo del mundo y de la historia que sube y baja.
Y, como hay que predicar con el ejemplo, en Getxophoto 2020 he hecho mi Expopirata de lujo: una exposición vinculada a mi fotolibro En otra parte, ubicada en un bar maravilloso llamado Txinuk. Además, es uno de los bares que colaboran con el festival en la Ruta Posavasos. Así que, si vais por allí a por uno, tomaos una buena cerveza y disfrutad de mi Expopirata Getxophoto 2020.