El tiempo es uno de esos enemigos a los que se odian hasta llegar a la locura. Si por nosotros fuera, acabaríamos con él para siempre. Pero siempre es mucho tiempo, y terminaríamos cansándonos. Esto nos lleva a pensar, al menos lo pienso yo, que el tiempo es, en ocasiones, un gran aliado. Se alía con el buen gusto, con el sabor, con las tradiciones y con el Puerto Viejo de Algorta (Getxo, Bizkaia).
El Puerto Viejo de Algorta es uno de esos lugares moldeados por el tiempo.
La madera y la pintura que la cubre, el hierro y la piedra, el trabajo y la piel de sus vecinos notan sus efectos.
Pasear por las estrechas y empinadas calles es una actividad que lleva poco tiempo. Tan solo tiene dos cortas calles principales, dos calles secundarias y unas cuantas callejuelas por las que nadie pasea a no ser que sea vecino o fotógrafo. Y a pesar de su pequeño tamaño, podríais pasar aquí todo el día.
Tiene varias zonas donde sentarse y ver pasar el tiempo. También tiene cinco bares y cuatro restaurantes a los que, por su calidad gastronómica y ambiente arrantzal, acuden a ellos cada fin de semana muchos algortarras, gente del resto de Bizkaia y, se empieza a notar ahora, ciertos turistas del Estado y unos poquitos extranjeros.
Es evidente que los turistas que se asoman al norte cada vez quieren conocer más y vivir experiencias cercanas al pasado, por su gastronomía y arquitectura, que los atractivos de Bilbao no pueden complacer por sí solos. Por eso, el Puerto Viejo de Algorta es un rincón que complementa perfectamente al titanio del Museo Guggenheim, los lienzos del Museo de Bellas Artes y las tiendas de la Gran Vía.
Si se piensa en un fin de semana en Bilbao o, mejor aún, en un puente, es absolutamente imperdonable no visitar este viejo puerto.
Pero más viejo que el mismísimo Puerto Viejo es Karolo. El personaje más famoso del lugar, un bohemio, como se define a sí mismo, alegre, abierto, soñador y algo loco. Dice que ha viajado por todo el mundo, ha vivido en tantos países que ni él mismo se acuerda, ha trabajado en la televisión, la radio y el cine y se ha codeado con los actores del Hollywood dorado. Las paredes de su casa están adornadas con fotografías y recuerdos de aquellas estrellas, y, si mostráis interés, os invitará a comprobarlo.
Es el máximo representante de la hospitalidad de la gente que vive aquí.
Seguramente Karolo vivió los años en los que la actividad principal de sus vecinos era la pesca y su comercialización. Cuando el Puerto Viejo no era tan viejo, las txalupas salían a la mar y volvían con fresco y brillante género. De todo aquello, hoy quedan dos esculturas y algunos coletazos que bien se pueden aprovechar.
Si acudís a primera hora tal vez tengáis suerte de encontraros con un pequeño puesto situado justo enfrente de estas esculturas y podáis comprar pescado con las agallas rojas y productos de la huerta con feo aspecto, pero maravilloso sabor.
Y si no, recordad que hay 5 bares y 4 restaurantes.
Lugares así ya no se hacen, ya no se construye siguiendo los dictados de la orografía, obligados a crear recovecos y escaleras imposibles. Pero además, lugares así ya casi no se conservan, y en el caso de Bizkaia, aún es más evidente. El tiempo ha acabado con ellos, aunque, como veis, en este caso, el lugar se ha aliado con el tiempo.
Bienvenidos a mi pueblo. Ongietorri!
Juer, solo me faltan el plato de rabas y el txakoli. Un buen reportaje de lo q es ese pequeño rincón de Algorta y de lo q representa.
Lo de citar a Karolo es todo un acierto y el incluir una foto suya un puntazo!
Aunq yo añadiría también sus insuperables fiestas, únicas en el mundo y donde, dicen, se inventó el kalimotxo 🙂
Menos mal q al sireno ni lo has mentado…
salud.
El Sireno ya habla por sí solo en su página de facebook. Y de las fiestas y el Kalimotoxo se podrían decir tantas cosas… y otras que no. De las que sí se pueden, mejor pinchad aquí y enteraros del origen del Kalimotxo.
Karolo es el que da caché a este post 😀
Sin duda mi lugar favorito de Algorta.
Si estuviera en cualquier otra parte del mundo, uno muy alejado de nuestro lugar de residencia, diríamos que es uno de los más bonitos del mundo 😀
Muy buen post Diego!!
Las historias que cuentan están al lado de casa. Sí señor!!
Fantásticas las fotos de los rincones.
Muchas gracias, Rafa, por pasearte por mi pueblo y por tu comentario.
En breve haré un fotorreportaje sobre su personaje más bohemio, Karolo «El Divino». Trabajó como actor, cantante, pintor y modelo para artistas como Dalí 😀